Había una vez una niña que vivía con su madre en una casita en el campo. No teía muchas cosas, pero si un cerdito al que querían mcuho.
Cada mañana la niñota y el cerdo salían a dar un paseo. Lo primero que hacían era bajar hasta el río para que el cerdito pudiese beber de sus aguas frescas y cristalinas.
Después se adentraban en el bosque donde el cerdito escarbaba en las raíces de los árboles para encontrar comida. Cada día pasaban cerca de una gran colina verde, pero nunca paraban para escalarla.
Una mañana el cerdo se despertó temprano y salió a dar el paseo él solito. Lo primero que hizo fue bajar hasta el río y beber de sus aguas frescas y critalinas. Después se adentró en el bosque y escarbó en las raíces de los arboles para encontrar comida. El cerdito se fue adentrando más y más en el bosque hasta que llegó al borde de un precipicio, un lugar en el que nunca antes había entrado, y se perdió:
Cuando la niña se despertó llamó al cedito, pero no estaba. Preguntó a su madres si podía salir a buscarle y ella le dijo:
-Muy bien, ve si ese es tu deseo.
Entonces salió.
Primero bajó hasta el río donde al cerdito le gustba pararse a beber de sus aguas frescas y cristalinas,
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